Hacer senderismo con hijos, ¿misión imposible?
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Ya sea en un viaje al fin del mundo o al lado de casa, el senderismo es una forma divertida, sana y ecológica de descubrir un destino. Sin embargo, cuando se trata de su preparación, pueden surgir muchas preguntas sobre cómo organizarse para ir a hacer una caminata en familia: ¿qué equipo llevar, adónde ir, qué ritmo seguir con los niños?
No os asustéis, respondamos las preguntas de una en una. Aquí nuestros consejos básicos para que en vuestra próxima excursión familiar salga todo perfecto:
Elegid el sendero según las habilidades de todos
Clima, altitud, trayecto del sendero: poned todas las cartas sobre la mesa
Adaptad el equipo para que todos podáis disfrutar más
Haced que caminar sea divertido para vuestro hijo
1. Elegid el sendero según las habilidades de todos
El senderismo con niños, no importa de qué edades, es una cuestión de adaptación. Se deben combinar las diferentes necesidades y capacidades de los miembros de la familia. ¿Hasta dónde podemos viajar todos juntos? ¿Qué dificultades estoy dispuesto a encontrar? ¿Les gustará el senderismo a nuestros hijos? Son muchas las ideas a tener en cuenta para poder elegir una caminata que se adapte lo mejor posible a cada caso.
Senderismo con un bebé a hombros
Cuando vuestro hijo aún no sabe andar, llevarlo en una mochila porta bebé adaptada es la mejor solución para ir de excursión. Vuestro bebé no tendrá más preocupaciones que las de beber, comer y mantenerse limpio. Los movimientos que hagáis al caminar actuarán como una nana suave y eficaz. En este caso, la distancia y dificultad de la caminata a elegir depende principalmente de las expectativas y habilidades de los padres.
Nuestro consejo: elige una mochila porta bebé fisiológica y flexible que sea muy práctica. Son cómodas y no añaden peso extra, a diferencia de las mochilas porta bebés especiales para caminatas, que tienen una estructura de metal. También tienen la ventaja de adaptarse a todas las formas. Es muy práctico para cuando queráis hacer turnos para llevar a vuestro hijo. Sea cual sea tu elección, primero pruébalo durante paseos cortos para ver si te sientes cómodo.
Senderismo con un aprendiz de caminante, la paciencia es esencial
Cuando vuestro hijo comienza a caminar puede resultar complicado calcular cuáles son las caminatas factibles y cuáles no. Aunque todavía esté la opción de la mochila porta bebé, el peso y la necesidad de emancipación del niño pueden suponer una barrera para seguir utilizándola. Vuestro hijo no parará de moverse y, a veces, se negará a ser transportado, lo que os llevará a no hacer ningún progreso en el camino. La clave para continuar caminando durante esta fase es tomárselo con calma y alternar momentos de exploración autónoma con otros de transporte paternal.
Senderismo con un pequeño caminante, lento pero seguro
Cuando vuestro niño empiece a dominar el arte de caminar, ten en cuenta que un niño generalmente camina 1 km por número de años. Entre los 3 y los 5 años, los niños pueden caminar entre 3 y 5 km por un sendero de poco desnivel. A partir de los 6-8 años ya es posible recorrer entre 7 y 12 km.
Nuestro consejo: no dudes en multiplicar por 1,5 o 2 los tiempos de senderismo indicados para hacerlo sin prisas y disfrutarlo de verdad.
2. Clima, altitud, trayecto del sendero: poned todas las cartas sobre la mesa
Anticipad las condiciones climáticas para que todo salga bien en el sendero
Para que vuestros hijos disfruten del senderismo, ofrecedles las condiciones ideales para motivarles desde el principio. En primer lugar, se debe tener en cuenta el clima. ¿Hará mucho calor? ¿Hay probabilidad de lluvia o tormentas? ¿La previsión dice que habrá viento? Intentad responder tantas preguntas como sea posible antes de arrancar la caminata. Los países europeos templados son ideales para el senderismo, incluso en verano. En los países cálidos, haz caminatas más cortas y a las horas más frescas (temprano por la mañana o a final de la tarde). En los países fríos, aseguraos de que estáis bien equipados.
Cuando llevéis a vuestro bebé o niño, debéis tener cuidado de regular su temperatura adecuadamente. Al llevar al bebé en una mochila adaptada, podéis tender a cubrirlo demasiado, cuando en realidad él está aprovechando el calor corporal de sus padres. Considerad la opción de cubrirle más las extremidades para protegerlas del frío o del sol.
La altitud, un parámetro a tener en cuenta
Los niños pequeños también son más sensibles a la altitud que los adultos, por lo tanto, este es otro parámetro a tener en cuenta. A partir de los 2.500 metros, el riesgo de mal de altura aumenta y se recomienda una aclimatación de 300 metros por día. Los signos del mal de altura incluyen fatiga, dolor de cabeza y náuseas. Si vuestro hijo presenta alguno de estos síntomas en la altitud, necesitaréis disminuir la velocidad, descansar o incluso descender.
Más allá de los 3.500 metros no es razonable llevar a niños menores de 10 años.
Senderos seguros y bien diseñados para más tranquilidad
Por último, la elección de los caminos mejora las condiciones de hacer senderismo. Los niños no tienen la misma conciencia del peligro que sus padres, lo que puede suponer un estrés innecesario para los progenitores.
Nuestro consejo: elige senderos anchos y bien acondicionados, con pendientes bajas y sin peligros ni dificultades evidentes, como por ejemplo los acantilados. De esta manera podéis dejar sin miedo que exploren y encuentren su propio ritmo.
Esto ayudará a mantener un ambiente sereno y relajado. Si los niños caminan en un ambiente liviano y sin presión, es muy probable que luego quieran volver a hacer senderismo.
3. Adaptad el equipo para que todos podáis disfrutar más
Aunque la atención se centre en los niños, no hay que olvidar el cansancio y la comodidad de los padres. Cuidarse y ser consciente de las propias necesidades es esencial para el disfrute de toda la familia. Para ello, el equipo y los materiales pueden contribuir significativamente.
No os saturéis intentando evitar la fatiga
Cuando preparéis la caminata con vuestro hijo, es fundamental pensar en lo que realmente es útil llevar. La tentación de estar preparado para cualquier tipo de eventualidad puede hacer que la mochila sea demasiado pesada. ¿Necesita vuestro hijo sus juguetes cuando tiene a la naturaleza como patio de recreo? ¿Hace falta llevar un menú completo para una caminata de 2 horas? Hay muchas preguntas que hacerse para tomar decisiones prácticas y no cansarse demasiado rápido por cargar una mochila demasiado pesada.
Nuestro consejo: no sobrecargues la mochila y lleva sólo lo esencial para las necesidades básicas (agua, aperitivos para un pequeño picnic, una muda) y lo que protege contra los posibles riesgos (ropa abrigada e impermeable, protección solar, etc.) Para ahorrar espacio, podéis utilizar pequeños recipientes recargables para productos de protección solar y pañales.
Alternativas familiares para caminatas de varios días
Para las familias que quieran aventurarse en caminatas de varios días, se están poniendo en marcha unas iniciativas geniales para facilitarles la vida; por ejemplo, utilizar un proveedor de servicios que transportará vuestro equipaje entre los diferentes alojamientos a lo largo del camino. De esta manera, sólo tenéis que cargar lo que es necesario durante ese día. Los agentes locales de Evaneos especializados en viajes en familia conocen muy bien vuestro futuro destino y pueden organizarlo con vosotros, ¡no dudéis en preguntarles!
4. Haced que caminar sea divertido para vuestro hijo
Y un último reto, pero no por ello menos importante: el de inculcar en vuestro hijo el gusto por el senderismo. Los niños serán reacios a “caminar por caminar” si no tienen una motivación extra. Caminar, más allá de su carácter deportivo, debe ser divertido.
Aquí algunas ideas para probar con vuestros hijos según su temperamento y edad:
Empoderadlo dándole responsabilidades, dadle una misión a vuestro hijo durante la caminata (guiar a la familia siguiendo las señalizaciones, buscar un lugar específico, participar en una búsqueda del tesoro, probar el geocaching*…)
Despertad su curiosidad sobre intereses personales en la naturaleza (escalar rocas, descubrir animales, jugar con trozos de madera, encontrar piedras preciosas…)
No os olvidéis de los tiempos de exploración, juego y descanso (jugar con la tierra y el agua, observar la vegetación, correr, divertirse juntos…)
A partir de los 6-8 años, involucradlos en la preparación de la caminata, planificad lo que se puede aprender (tipos de paisaje, fauna y flora, cultura). Una vez allí, podéis documentar juntos la caminata con fotos o haciendo un herbario.
Dadles retos alcanzables para motivarlos en momentos de fatiga o de relax; y no os olvidéis nunca de felicitarlos.
El senderismo con niños es una aventura que se construye paso a paso y, para el gusto de toda la familia, se reinventa a todas las edades. Con mucha amabilidad y un toque de organización, os esperan magníficas anécdotas y recuerdos en el corazón de la naturaleza.