Marsala es una ciudad que rinde homenaje, en sus calles y en su esencia, a las diferentes civilizaciones que la ocuparon y que influyeron en ella a lo largo de toda su historia. Fue durante la ocupación árabe de Sicilia que surgió su nombre actual, "Marsa alla", o "puerto de los dioses", lo cual ya da una idea del encanto que tiene este lugar. De la época romana aún se conserva la muralla y algunos pórticos de acceso a la ciudad.
El vino de Marsala, muy peculiar y de fama mundial, fue un verdadero regalo para mi paladar. Las viñas que allí se cultivan producen vinos blancos y tintos de un excepcional sabor y aroma; desde el siglo XIX estos vinos se exportan a todo el mundo. Como podréis imaginar, existen numerosas bodegas donde degustar esta joya vinícola. Una de las más famosas está a orillas del mar, con un paisaje perfecto para despertar todos los sentidos. Un lugar que os recomiendo absolutamente y sin ninguna duda.