Durante mi viaje por Bolivia, una de mis primeras etapas antes de cruzar el maravilloso Salar de Uyuni fue la isla de Incahuasi.
En mitad de un vacío total se eleva aquella especie de colina inmensa. En realidad es como un monte volcánico cubierto de cactus enormes. Su cumbre es como un imán. Lo primero que pensé al llegar allí fue que quizá desde la cumbre podría ver otra cosa aparte de aquella inmensidad blanca. Por supuesto, te aconsejo que lo compruebes por ti mismo. Una vez en lo alto, por mucho que entornase los ojos frente a aquel viento frío y potente, nada... No había nada más aparte de aquel desierto de sal que llegaba hasta el horizonte.
Esa sensación es fabulosa de por sí, pero tan solo es una muestra de lo que te espera un poco más allá.