A los más hedonistas os encantará visitar Tarija, capital de la sonrisa y del vino boliviano situada a más de 1860 metros de altitud. En estas verdes colinas se concentra la mayor parte de la producción de vino de Bolivia.
Menos conocidos que sus vecinos argentinos o chilenos, los caldos bolivianos se defienden bastante bien. Deja a un lado tus prejuicios de español y anímate a visitar en bici las bodegas de la región. ¡Una gran forma de divertirse haciendo ejercicio!
Tras la primera degustación, me sorprendió agradablemente el aroma azucarado de mi Cabernet Sauvignon boliviano. El viticultor me explicó que aquel sabor parecido al de las frutas tropicales se debía a una fuerte exposición de las viñas a los rayos ultravioleta. Y, ¿después? Dos horas de caminata por los paisajes verdes y ocres de esta comarca vinícola.
Tarija es una etapa perfectapara relajarse durante un viaje por Bolivia. También allí tuve ocasión de probar mi primer Poncho Negro, una bebida a base de Singani y Coca-cola. También cabe mencionar a los tarijeños, que me parecieron mucho más acogedores que los bolivianos del norte. Quién sabe, quizá sea por el clima.