No hay mucha vida durante el resto de la semana, pero Guamote se anima muchísimo los días de mercado. Toda la gente que vive en los alrededores se acerca para comprar o vender toda clase de productos: animales, verduras, ropa, artesanía, electrónica...
Yo llevaba ya en Guamote varios días y así, tan abarrotada de gente, no parecía ni la misma ciudad. El jueves es también el día que pasa el tren turístico, que viene de Quito y llega a la estación de Guayaquil, en pleno centro: ¡venga, rápido, que todo el mundo se quite de las vías!
Como en la mayoría de los mercados ecuatorianos, cada calle o plaza se especializa en una cosa distinta: por aquí el ganado, por ahí las joyas, un poco más allá los productos para el hogar... ¡A veces cuesta mucho moverse por las calles más estrechas! Hay mucho revuelo, mucho regateo... y los animales, con sus gritos, también contribuyen a crear ambiente. A diferencia del de Otavalo, hay muy pocos turistas. En resumidas cuentas, es de verdad un mercado donde mezclarse con la gente de allí.
En Guamote, mucho más que el tren turístico de los Andes. Un colorido mercado tiene lugar todos los jueves.
Durante mi viaje a Ecuador,el mercado de Guamote era más auténtico que turístico. Es probable que se haya hecho tan popular para los gringos como el de Otavalo, que se celebra los sábados por la mañana, en el norte. Aún así, acudir al mercado en Ecuador es una experiencia única.
Al igual que en Otavalo, no es solo de los artesanos de Guamote. Los indígenas de los Andes acuden a vender ganado, cereales, frutas y verduras. La visión de las madres con su camada de lechones amarrados es absolutamente fantástica. Entre los ponchos rojos, todo se negocia o se trueca: los cuyes, los terneros, las vacas...