Para tener una idea de la riqueza de esta ciudad hay que dar un paseo hacia el monte Entoto. Desde ahí arriba tendrás una muy buena vista sobre Addis Abeba, y un momento de paz. en la cima hay un bosque de eucaliptos y varias iglesias.
Bajando hacia el centro de la ciudad, me paré en Shiromeda, un mercado al borde de la carretera donde se venden pañuelos y vestidos tradicionales a buenos precios.
Dado que el transporte en ciudad es bastante caótico, te aconsejo desplazarte a pie, especialmente en el distrito de Piazza y de La Gare. El primero está siempre muy animado. Aquí se mezclan joyerías, bares, tiendas de discos... La Gare es la antigua estación ferroviaria franco-yibutiense. Puedes jugar a la petanca en el club de ex ferroviarios (muchos hablan francés), ver los vagones que se conservan aún, y la estatua del León de Judas.
Addis Abeba es una fascinante ciudad con una animada vida durante el día en los céntricos barrios de Mercato y Piazza - que de hecho son un enorme mercado al estilo africano - y una agitada vida nocturna en los restaurantes y bares. En cuanto a los museos, no te pierdas el Museo de Etnología, el Museo Nacional y el Museo de Addis Abeba.
Me encantó Addis Abeba por su ambiente auténtico e internacional (con la sede de la Unión Africana hay embajadas por todas partes). Explorar la ciudad es una buena intoducción al país. Se puede tomar la primera comida alrededor de una gran injera (una torta de cereales que crecen en la región) regada con hidromiel local, mientras se disfruta de un espectáculo folclórico: canciones y danzas de cada región. El sitio imprescindible al que debes asistir es Yod Abyssinia, los etíopes adoran este tipo de lugares, y la sala siempre se encuentra llena.
Se puede continuar la noche en los cubes de moda de la ciudad, donde vienen a actuar cantantes de música religiosa, popular o de etiojazz.