Quienes sueñen con atravesar el desierto del Gobi o perderse en la Cordillera Real, no lamentarán una estancia en Tusheti. Montañosa, aérea, remota, sin electricidad ni agua corriente fuera de Omalo, la región es un vivero de sensaciones fuertes.
Sus empinadas y áridas pendientes, su constante ambiente pastoril, la cultura pagana de sus orgullosos pastores porteadores de una identidad plurisecular, es un espacio magnífico para encontrar el auténtico valor de las cosas: la vida con la naturaleza, la solidaridad, la hospitalidad, el esfuerzo físico, la belleza en estado bruto.
Tendrás que dedicar todo un día para llegar a Omalo, más allá del legendario Desfiladero de Abano, y así pasar por la vertiente norte del Gran Cáucaso. Después, a pie o a caballo, pasarás un día más para llegar al corazón de los otros valles Pirikiti, Gométsari o Zovata. Por último podrás ir por los pastos alpinos, o llegar a los desfiladeros y cumbres más elevadas si pasas allí un día más... Está claro, Tusheti te llevará de nuevo a una época del tiempo en la que no existen las invenciones modernas de hoy en día, que desde hace decenios la han separado del mundo.