Girevi es el último pueblo del valle de Pirikiti. Remoto, cercano a la frontera chechena (Federación Rusa), rezuma belleza, rudeza y austeridad. Por encima de la aldea se encuentra un pintoresco grupo de torres defensivas.
Aconsejo:
Una caminata de Tchecho a Girevi a lo largo del río es una maravilla. Montañas áridas y escarpadas, torrentes salvajes, pastos, rebaños, hombres a caballo, torres defensivas, el arcaísmo intemporal de Tusheti nos alcanza con todo su esplendor.
Mi opinión
Girevi en sí mismo no es más que un pequeño pueblo fronterizo fangoso, ocupado por más militares fronterizos que pastores. Pero qué sitio, y qué paisaje, es realmente impresionante. La alta montaña aparece por todas partes, majestuosa, ardua, grandiosa. El río Pirikitis Alazani es un torrente salvaje.
La antigua civilización touche está presente por todas partes: aquí y allá, erigidos en lugares imposibles, torres defensivas más o menos en ruinas y que se dice mantienen la mirada protectora de los ancestros en nuestras acciones y sus tierras sagradas. El conjunto de torres que domina el pueblo impone respeto, sobre todo cuando nos enteramos de que fue el primer baluarte contra los impetuosos chechenos que realizaron incursiones y disputas en Tusheti hasta los años 1920.
Las casas de pastores de Girevi son más recogidas que en otros pueblos, evidencia de la dureza del clima montañoso y de la vida rudimentaria que llevaban los pastores cuando vivían de forma permanente allí, y que todavía llevan en el verano... Una conversación y un café que me ofrecieron los soldados, junto a un delicioso queso local, fueron mis otros recuerdos de Girevi.
