Cuando estuve de viaje por Guatemala, quise salirme un poco de los circuitos propuestos para los turistas y decidí ir a ver Santa Cruz del Quiche. Es una ciudad que está rodeada por el altiplano y que es fascinante. Encontré un hotel bastante bueno justo al bajarme del autobús y ya aproveché para dejar mis cosas allí. Luego, fui a dar un paseo por las calles sin destino ni dirección y acabé, cómo no, en el mercado.
Aquí, los huipiles (unas blusas tradicionales) y las faldas son de color rojo, y las mujeres llevan un tocoyal con pompones en la cabeza. Estas se sorprendieron al verme por allí y hablaron conmigo encantadas. Me hablaron de las inundaciones tan horribles que había sufrido la región y de las cuales aún quedaban restos visibles en la carretera en forma de fango.
Busqué un restaurante en el mercado para poder reponer fuerzas y luego seguí con mi visita, deteniéndome a ver la iglesia blanca que se eleva con orgullo en la plaza.