Las grandes extensiones llanas y verdes que podrás ver en los lugares mayas durante tu viaje por Guatemala eran los terrenos de juego de los Messi y Ronaldo de la época. No era el fútbol lo que hacía furor sino el juego de pelota.
El juego de pelota
Durante tu viaje por Guatemala la visita turística que no puede faltar en el conjunto de esta parte de América Central es la constituida por los enclaves arqueológicos mayas. La imagen que normalmente tenemos de esta civilización tan rica es una inmensa y majestuosa pirámide. Por contra, la cultura maya no debe limitarse a eso. Uno de los principales ritos sagrados es el juego de pelota, una especie de ancestro de nuestro fútbol actual con su terreno de juego, sus tribunas, sus espectadores, sus estrellas. Quién sabe, los antepasados de Messi o de Cristiano Ronaldo puede que hayan sido mayas. Los encuentros generalmente eran presididos por los más altos dignatarios, como por ejemplo los sacerdotes, los nobles y algunos invitados prestigiosos. Los terrenos estaban normalmente rodeados de muros en los que todavía podrás ver en la actualidad bajorrelieves a menudo muy hermosos, muy ricos y bien conservados. Podrás distinguir ahí diversas representaciones y esculturas de las cuales algunas dan ciertas indicaciones sobre las reglas de este juego de pelota.
Las reglas del juego de pelota
Si creemos las investigaciones y las conclusiones de los arqueólogos, el juego de pelota revestía un importante carácter sagrado. Hasta donde sabemos se jugaba siete contra siete. Seis jugadores de campo que eran guiados por un capitán que estaba encaramado sobre los muros de las terrazas que bordean el terreno de juego. El objetivo era tocar el anillo del contrario con una pelota de madera. Para hacerlo, los jugadores podían utilizar el pie derecho, la rodilla, las caderas e igualmente una especie de bate. Cada partido terminaba forzosamente con un sacrificio humano. Es ahí donde las opiniones de los especialistas difieren y es imposible estar seguro de nada. Si bien parece más probable que fuese el capitán del equipo el que se sacrificase, nadie puede afirmar verdaderamente quién era el sacrificado. Para algunos, era el capitán del equipo vencido. Para otros, por el contrario, era el capitán de los vencedores el que recibía el inmenso honor de ofrecerse en sacrificio. En resumen, en todo caso, había una extraña atmósfera en el tercer período.
