Fue apenas en el siglo XIV que los navegantes descubrieron la isla de Madeira...
Descubriendo el paraíso
No es sino hasta el año 1351 que la existencia de Madeira quedó plasmada en los mapas de los navegantes procedentes de Florencia. La isla quedó bajo mando portugués en el año 1419, y fueron los portugueses quienes desarrollaron allí el cultivo de vides y caña de azúcar. Los puertos de Madeira se convierten en punto de paso obligado para la exploración del Atlántico. En 1478, Cristóbal Colón se asentó allí, y en 1580 Portugal quedó anexionada al reino de España. Más tarde, en 1662, Madeira quedó bajo el control de los ingleses al desposar Catalina de Braganza con el Rey Carlos II de Inglaterra. Desde la isla se exporta y vende azúcar y plátanos a toda Europa, y también su conocido vino se vende en los Estados Unidos (durante vuestro viaje por Madeira debéis acordaros de probarlo sin falta).
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flickr cc Daniel K Schneider
Un siglo XIX difícil para la isla
De nuevo bajo el control de los portugueses, Madeira experimentó una ralentización de su economía durante el siglo XIX. Numerosas plagas arrasaron con la producción de la isla. El mildiú destruyó las plantaciones de patatas y las viñas. A partir de entonces fue la filoxera quien tomó el relevo en la destrucción de las viñas. Por si fuera poco, a todo esto se unió una epidemia de cólera, no siendo hasta finales del siglo que la producción de la isla rebrotó.
Desde la Primera Guerra Mundial hasta nuestros días.
Madeira sufrió los bombardeos de los alemanes durante la Primera Guerra Mundial. Despues, durante la Segunda Guerra Mundial acogió a 2000 refugiados procedentes de Gibraltar. Durante los años 50 surgió un movimiento opositor a la dictadura de Salazar, el cual abogaba por la autonomía del territorio insular. Fue de hecho en 1974 que Madeira logró el estatuto de autonomía y una asamblea legislativa. Y en el año 1978 se creó su bandera. Madeira se incorporó a la Unión Europea en 1986 de forma simultánea a Portugal. Hoy día, una de las principales fuentes de ingreso de la Joya del Atlántico lo constituye el turismo de sol y playa. Qué visitar, sin ningún límite.
