Durante mi recorrido por las Maldivas, me quedé en la isla Dhiffushi en una pequeña casa de huéspedes administrada por un habitante del pueblo. Solamente aloja a unas diez personas al mismo tiempo, lo que me permitió forjar algunos lazos con los demás huéspedes. Aprendí mucho sobre la vida de un pueblo maldivo y la historia de la isla.
Pude participar en una salida al mar para disfrutar de la pesca con botella, y nos trajimos unos cuantos pescados, dos o tres, que nos comimos en una barbacoa por la noche. Hice el recorrido por la isla en canoa, y después me senté en un banco de arena, mientras un curioso pescador pasaba por allí buscando gusanos en la arena para después venderlos en el pueblo.
La casa de huéspedes ofrecía salidas para practicar snorkel en el arrecife frente a la isla de Dhiffushi, un momento muy agradable en compañía de un guía local que había vivido en el pueblo toda su vida y que conocía la laguna como la palma de sus manos.