Durante mi estancia en Namibia, quise visitar el parque nacional de Etosha, . Comencé por Okaukuejo. Pasé una noche allí y tuve la suerte de ver un gran grupo de elefantes que habían venido para abrevar. Fue un momento mágico pese a toda la gente que había a mi alrededor.
En Okaukuejo podemos disfrutar del lujo en ciertos bungalows que dan directamente sobre el abrevadero y desde donde podemos admirar el espectáculo, sentados en su tumbona. Yo me contenté con mi silla plegable desde la que, de todas formas, pude disfrutar del espectáculo proporcionado por la Madre Naturaleza.
El lugar está bien cuidado, el restaurante es bueno. Encontré todo lo que necesitaba para preparar mi jornada en el parque y especialmente una estación de servicio. De madrugada, yo salía al descubrimiento del parque, sola, sin guía, en mi pequeño vehículo de alquiler.
Tras unas horas en coche para conocer la fauna de los alrededores del campo de Okaukueo, me dirijo hacia el mismo campo para colocar mi tienda. El camping de Okaukuejo es con mucho el más popular y por ello es mejor reservar con tiempo el espacio o el bungalow.
Cuando llegué al campo, ya había un buen número de turistas que habían tenido la misma idea que yo: pasar un rato en el agua durante el atardecer para poder observar a los animales bebiendo. Al caer la tarde, el silencio reina sobre el agua. Me quedo asombrado por el espectáculo que tengo ante mis ojos: a 50 metros de mí se han acercado 3 elefantes, una manada de cebras y de oryx, un poco más lejos dos girafas se dirigen hacia el lago.
Ahora me doy cuenta de que este momento se grabará en mi mente para siempre. Pasar la noche en uno de los campos del Parque de Etosha es una bonita experiencia animal y un auténtico privilegio.