La colina de Sagaing me parece una etapa interesante en un viaje por el norte de Birmania. No me gusta especialmente la ciudad de Mandalay, así que agradecí poder salir de allí para visitar uno de los sitios históricos y religiosos más importantes de la región.
En lo alto de la colina, hay una panorámica estupenda de toda la región: el río Irawadi y los incontables templos, pagodas y monasterios hasta donde alcanza la vista. Recuerdo que me impresionaron todas las estupas de oro que tapizan el paisaje, mostrando hasta qué punto la espiritualidad marca profundamente la cultura birmana. En la cumbre de la colina hay impresionantes budas de oro, que no podrás dejar de ver.
Es una lástima que los lugares estén tan mal acondicionados. Me dio la impresión de que pronto se volverán demasiado turísticos.
Sagaing es una de las paradas de la jornada más típicas cuando recorremos los alrededores de Mandalay. En el programa también se incluyen Inwa y el puente Ubein. Hay que decir que el recorrido es turístico. El objetivo no es visitar las mismas cosas a la misma hora que los demás. Para conseguirlo, nada mejor que subirse a una moto y dejarse guiar por un local.
La colina de Sagaing es preciosa y las vistas desde lo alto son muy fotogénicas. Lo que más me ha impresionado fue la cantidad de stupas doradas que coronan cada colina. Estupas conectadas entre ellas por escaleras y caminitos de piedra, todos ellos rodeados de una vegetación exuberante. ¡Muchos colores! Verde, dorado, blanco, azul... y monjes con túnicas rojas subiendo las empinadas escaleras.
El ambiente es sobre todo lo más asombroso, una calma contradictoria en vista de los grupos de visitantes que bajan en furgonetas... Pero así es, la atmósfera permanece sosegada y espiritual. Una parada agradable durante un viaje por Birmania.