Si bien es la tercera ciudad más grande del país, Kampong Cham te da la sensación de ser una pequeña ciudad apacible a orillas del Mekong. La ciudad no me atrajo demasiado, pero la cercana isla de Koh Pene me cautivó, allí me quedé un par de días. Fue una de las experiencias más bonitas de Camboya.
Para llegar a la isla de Koh Pene desde Kampong Cham, el trayecto es fantástico. Hay que cruzar un puente de bambú de 800 metros de longitud, que se reconstruye cada año en la estación seca. Comenzamos a pasar por él sin mucha confianza subidos a un tuk tuk sobrecargado, y a pesar de su aparente fragilidad, lo resistió. Peatones, bicicletas, motos, tuk tuk, carros y coches, todos ellos pasan por la construcción de bambú.
Para explorar la isla, lo más práctico es alquilar unas bicicletas. Me encantaron los campos camboyanos, atravesando los pueblos y arrozales. La gente es muy hospitalaria, y tendrás que sonreir a todas horas a los niños que van gritando a tu paso diciendo "hello", "welcome to Cambodia". Al final del día no te pierdas la puesta de sol en el puente de bambú, es sencillamente mágica. No es fácil abandonar este hermoso rincón, así que si tienes tiempo, quédate unos cuantos días más.
Recuerda, el autobús que conecta Phnom Penh con Kampong Cham hará una parada en la ciudad de Skuon, en donde podrás probar las grandes tarántulas fritas y otros bichitos tostados...
Kampong Cham es una ciudad apacible a orillas del Mekong, los viajeros se suelen detener por la carretera entre Siem Reap y Phnom Penhou antes de continuar su itinerario en dirección norte hacia Kratie, Mondolkiri o Rattanakiri. Antes que lo digas, la ciudad no es la más bonita de Camboya, pero sus alrededores cuentan con algunos remarcables puntos de interés.
Wat Nokor en primer lugar, un templo anterior a Angkor perdido en el capo a las afueras de la ciudad, y Phnom Hanchey, encaramado en lo alto de una colina desde la que se tiene una hermosa vista de la región; ambos merecen una visita. Pero lo que más me gustó en mi estancia en Kampong Cham fue explorar en moto los alrededores. Las carreteras se recorren con facilidad y permiten sumergirte en el campo y conocer los pueblecitos. LLévate un pañuelo para protegerte la cara ya que el polvo te cubrirá por completo. Una parada perfecta para quienes deseen alejarse de los lugares convencionales.