¡Merece la pena ver los Géiseres del Tatio en la región chilena de Atacama! De hecho, los pozos terrestres madrugan mucho. Los 80 géiseres salen de su letargo a las 4 de la mañana y estallan en espirales de vapor blanco. Lo que permite su formación es la combinación de agua hirviendo y aire helado. Las erupciones pueden alcanzar casi 6 m de altura. A pesar del frío, me quedo completamente extasiada con este espectáculo sobrenatural. De todas formas, te aconsejo que no te acerques mucho a las fumarolas porque las erupciones contienen agua hirviendo y pequeñas rocas.
Tras el esfuerzo, la recompensa. Tomamos el desayuno con vistas a los géiseres: un verdadero momento de paz, rodeados de las típicas rocas ocres de los paisajes andinos de Atacama. Me voy lejos, acunada por el rumor de la tierra (o quizá se deba a la falta de sueño). A continuación, pongo rumbo a una pequeña piscina artificial de agua caliente donde se unen las aguas que enfría el aire a temperatura normal. ¡Es un auténtico placer (a pesar de los innumerables turistas que chapotean en sus aguas)! Para terminar, puedes admirar la fauna andina (llamas, vicuñas...) desde un mirador cercano.
Es probable que no te impresionen tanto los Géiseres del Tatio si ya has visitado con anterioridad los géiseres de Yellowstone en Estados Unidos. En lo que a mí respecta, guardo un recuerdo maravilloso de esta relajante excursión que no queda muy lejos de la frontera con Argentina.
Durante tu viaje a Chile es imperdonable pasar por el desierto de Atacama sin hacer una parada en los increíbles géiseres del Tatio. Es cierto que hay que levantarse muy temprano pero es un espectáculo que solo podrás ver una vez en la vida. Sígueme y abre bien los ojos.
Tras conducir durante un buen rato llegamos a los géiseres. En un primer plano vemos las fumarolas de unos diez metros y el agua que sale de las entrañas de la Tierra alcanzando una altura de hasta tres metros. Si a esto le añadimos la imagen de la cordillera sonrosada por la salida del sol, el conjunto adquiere un aspecto mágico, impresionante y majestuoso. Los géiseres del Tatio son los terceros más grandes del mundo tras los de Yellowstone en los Estados Unidos y los de Rusia. Parece que los turistas no son los únicos maravillados por este paisaje. Numerosas vicuñas se pasean por las extensas superficies que se encuentran entre los géiseres y las grandes montañas nevadas. En una palabra, extraordinario.
Antes de iniciar la excursión a los géiseres del Tatio, es recomendable que te equipes bien: si quieres disfrutar el día, es indispensable llevar ropa caliente (incluidos gorro, bufanda y guantes) y un bañador. El parque de géiseres está situado a 4 300 m de altitud, así va a hacer frío independientemente de si vas al amanecer o al atardecer.
Además, ese cambio brusco de las temperaturas es precisamente lo que hace que los géiseres se activen. Llegamos allí al final de la tarde y nos recibió un pequeño zorro. Nuestra primera parada ha consistido en darnos un baño en la laguna de aguas termales, con temperaturas que alcanzan los 37ºC. La luz de la puesta de sol sobre las montañas y los volcanes de los alrededores crea un espectáculo magistral.
Vemos entrar en acción a las primeras fumarolas con un vaso de Pisco Sour, el cóctel típico de Chile. Hasta que no caiga la noche las fumarolas no alcanzarán su pleno apogeo, elevándose hasta 20 m de altura. Los chorros de agua se elevan hasta 75 cm. Nos quedamos cautivados por el juego de luces, el burbujeo de las aguas y el rumor de la tierra, que parece que se despierta poco a poco. Uno de los momentos más bonitos durante mi viaje a San Pedro de Atacama fue el paseo por el campo geotérmico bajo un cielo cuajado de estrellas.
El complejo volcánico de El Tatio, que se extiende en una zona inmensa, alberga al menos sesenta fuentes de agua caliente, alrededor de cincuenta géiseres y varios volcanes de lodo. La atmósfera es surrealista, sobre todo al amanecer. El paisaje de hielo contrasta con las altas fumarolas de vapor de agua que se elevan a cientos por todo el terreno y que se intensifican por diez cuando se encuentran con el aire frío de la mañana.
Los géiseres son menos elevados que los que se puedan encontrar en otras partes del mundo, pero compensan este dato en número. Además, he podido contemplar impresionantes formaciones alrededor de los cráteres y muchas otras curiosidades geológicas. Asimismo, me pude bañar (un día he hacía algo más de calor) en una de las piscinas de cemento que se han construido con ese fin. Fue una experiencia inolvidable.