Me hospedo en Pucón y tengo planeado ir al parque nacional Huerquehue. Tengo un dilema: ¿voy y vuelvo en el día o me quedo allí una noche? No tengo material de acampada, pero me han dicho que hay un refugio en el parque. He llamado para reservar una noche. ¡Está hecho! He perdido el autobús. Me pongo a hacer autoestop y me recoge una pareja muy simpática que se ofrece a llevarme hasta su siguiente parada, los Ojos de Caburgua, un lugar repleto de cascadas. ¡Me va estupendamente!
Llego al parque a primera hora de la tarde. Después de pagar la entrada, me lanzo de lleno a una primera marcha: teóricamente dura tres horas (ida y vuelta). La marcha me ha decepcionado bastante: una subida abrupta de dos horas por mitad del bosque; es cierto que desde la cima las vistas son bonitas, pero después de pararme un rato a contemplar el paisaje tengo que bajar por el mismo camino... Un rollo.
No pasa nada, llego al refugio al final de la tarde y parece un sitio bastante bonito y cómodo. Aprovecho que aún es de día para darme un chapuzón en el lago y, después, darme una ducha en el refugio. Cenamos todos los clientes del refugio juntos en torno a una misma mesa. Entablo amistad con un grupo de amigos españoles y decidimos hacer juntos al día siguiente la ruta de los lagos. El sendero de los lagos es maravilloso y tiene bien merecido su nombre: andamos durante unas cinco o seis horas bordeando cascadas y muchos lago en los que está permitido bañarse. Los árboles del bosque son inmensos y tenemos ocasión de ver (¡y oír!) muchos pájaros carpinteros. Aceleramos un poco el paso a la vuelta para no perder el autobús a Pucón. Estamos bastante cansados. ¡A lo tonto hemos andado un montón!