Dormimos apaciblemente en Salento, pequeño pueblo de casas típicas y coloreadas que resulta ser el lugar más cercano al valle. En él se proponen varias actividades: visitas a granjas, ruta del café, cascadas y paseos.
Optamos por hacer una excursión de un día por el corazón del valle de Cocora. Tras un viaje en 4x4 que nos desveló un magnífico paisaje, llegamos a la entrada del parque. Seguimos un curso de agua para penetrar en una pequeña jungla. Subiendo sin prisas por el sendero, cabe la posibilidad de tomar un bol con agua de panela (bebida caliente de la región), servida con un trozo de queso local en el interior de una granja de colibríes. No es necesario insistir en lo relajante que resulta contemplar a estos pajaritos libando de flor en flor. ¡El momento ideal para conseguir hacerles una foto de cerca!
La excursión puede continuar por el corazón del magnífico Valle de Cocora, cubierto de inmensas palmeras contra las cuales se puede reposar y contemplar el paisaje, bajo la mirada impasible de las vacas vecinas.
El día fue un éxito y nos llenó de bienestar.