A veces parece que existe una especie de competición entre el Pacífico y el Caribe cuando hablamos con otros viajeros sobre sus itinerarios. Por su parte, el pueblo de Manzanillo es otra excelente razón para incluir la costa Este en tu periplo por Costa Rica.
El pueblo en sí mismo es pequeño y acogedor. Alojándote allí podrás ver las mariposas aurora del Refugio Nacional de Vida Silvestre Gandoca Manzanillo. Concluí allí mi viaje por este extraordinario país, y fue como un espectáculo de fuegos artificiales con una impresionante traca final. El conjunto es magnífico. Los interminables ecosistemas ofrecen al espectador la sensación de entrar en un mundo alternativo donde se forjaría la llave que abre las puertas de la iluminación.
Bueno, vale, me he emocionado un poco... Pero qué puedo decir, excepto que pasear por una impresionante selva tropical, encontrarte cara a cara con familias de mapaches, coatíes, perezosos y monos, por no hablar de reptiles, mariposas y pájaros de colores, todo ello acompañado de un paisaje costero sublime... es una pasada.
Así que, en tres palabras: ¡No lo dudes!
La extensa playa virgen y el refugio de vida silvestre de Manzanillo abarcan todo del encanto de este pequeño pueblo. El mar suele estar en calma, por lo que no es el mejor sitio para surfear. ¡Sin embargo, para el snorkel o la pesca, es perfecto!
El día en el que decidimos realizar el paseo por el refugio de vida silvestre (elige bien el día, no vayas durante la estación lluviosa, los caminos son muy resbaladizos y no disfrutarás realmente de todo lo que ofrece el paseo. Toda tu atención se centrará en el terreno más que en el paisaje, ya que estarás pendiente de no resbalar y caer) pude ver una manada de coatíes descendiendo de un árbol a toda velocidad al ritmo de los chillidos de los monos. También llegamos a ver una boa rodeando un árbol, un tucán en pleno vuelo y mariposas morfo pasando por delante de nuestros ojos en numerosas ocasiones. Este paseo supone una auténtica aventura: hay que cruzar ríos, abrirse camino entre los helechos, tener cuidado por donde se pisa al caminar... Todos estos esfuerzos se ven recompensados por unas impresionantes vistas: la famosa roca sobre el mar de Manzanillo.
También es posible participar en los paseos nocturnos para ver la puesta de las tortugas en la playa.
Aquellos que no tengan interés en sentirse como Indiana Jones, podrán disfrutar descansando al borde del mar o incluso jugar una partida de dominó con los habitantes locales.