Pocos sitios me han marcado tanto como la Reserva Nacional de Samburu. Quizá porque fue mi primer parque africano y también mi primer safari. Pero no fue solo por eso. La sabana de Samburu es especialmente bonita y su fauna es más que abundante. Es imposible volver de un safari allí sin haber visto al menos unos cuantos cabezas de cartel: elefantes, jirafas reticuladas, búfalos, leones de Tsavo, guepardos, cocodrilos del Nilo... Eso sin hablar del autóctono gerenuc, una gacela-jirafa con un largo cuello.
En definitiva, Samburu, en los confines de las regiones del norte de Kenia, aúna belleza paisajística, grandes espacios y fauna abundante. El equilibrio perfecto entre Amboseli y Tsavo. Allí, los leones no están seguidos por una decena de todoterrenos para ser fotografiados. La vida salvaje parece seguir su curso al margen del hombre.
En los alrededores, la presencia de la etnia samburu, un pueblo nilótico como los masái, sigue anclada en una forma de vida tradicional y los camelleros somalíes le dan un ambiente subsahariano distinto al de las regiones de más al sur del país.