Seguro que en Sepilok podrás pasear por el jardín botánico y disfrutar como yo tuve la suerte, de las ardillas y lemures voladores, así como de un montón de otros animales extraños y más o menos amistosos. Y si vienes allí durante el día, pasar la noche es mucho mejor.
Pero sobre todo, no te pierdas Labuk Bay. Esos monos son muy graciosos con su nariz, las hembras la tienen doblada en forma de trompeta, y los machos la tienen enorme y caída, porque cuanto más largo es el hocico, más probabilidades tendrá de seducirla. Otra de las estrategias que tiene en su juego de seducción son sus gestos: nada como mostrar los dientes o mover sus labios y subirlos hasta la nariz para hacer derretir a las más fría de las monas de barriga gorda (unos buenos gases, encantador...). Sumamos a esto un traje naranja, un larga cola recta, y tendremos una representación física un poco más exacta de este particular probóscide.
Entonces observamos, escuchamos les vemos una y otra vez, tratando de robar una migaja por ahí, agarrarse de la piel entre ellos, pequeños y grandes, sin distinción, pelear mostrándose los dientes, controlar de la forma más estricta a los más pequeños (no se pueden alejar o tendrán consecuencias... no ha llegado la hora de la emancipación; a pesar de todas las contorsiones y argucias imainables, ¡no te vas a marchar)!.
Sin embargo, estos monos se encuentran en peligro de extinción... ya que su hábitat sigue disminuyendo, y su bosque desaparece. El hombre es la amenaza. No hay nada como ir a comprobarlo en el lugar, y dar testimonio al regreso. Te aseguro que no tendrás la misma opinión sobre algunos aceites después de haber paseado por Borneo y disfrutado de la belleza natural que nos rodea cuando se sabe proteger.
El parque de Sepilok a 15 kilómetros de Sandakan es un centro de rehabilitación para orangutantes, una especie protegida en Malasia. Aquí fue donde me sentí más estafado en todo mi viaje por Asia. Vale, es bonito ver los orangutantes en el bosque. Y sí, es impresionante verles saltar de liana en liana. Pero no el precio adicional del autobús porque los blancos tengan aire acondicionado, no el doble del precio para los turistas, y no al sobrecargo por llevar cámara de fotos. Para ver 3 orangutanes durante 20 minutos con decenas de otros turistas que te van empujando para observarlos, junto a sus niños llorando.
Sin contar que entre las dos "visitas", nos quedamos bloqueados en el lugar por más de 4 horas, teniendo que perder todo el tiempo nada más que viajando hasta la reserva de osos malayos... y encima de nuevo pagar otra entrada, etc...
Lo mejor: los orangutanes son impresionantes.
Lo peor: el vídeo sobre el centro de rehabilitación que sirve de excusa para hacer la colecta...