A pesar de la presencia del aeropuerto internacional a algunos kilómetros del centro de la ciudad, que aporta cada día decenas de miles de visitantes a la región, Faro está sorprendentemente olvidada por los turistas que vuelan hacia las playas un poco más lejos sobre la costa.
No quedé subyugado por la ciudad, pero Faro tiene un cierto encanto con un hermoso y pequeño centro histórico, un puerto agradable y calles llenas de terrazas de cafés ocupadas por los numerosos estudiantes de la ciudad. Ciertamente no es una ciudad que yo recomendaría a nadie para un viaje exprés a Portugal, pero puede representar un alto para descansar y una base para explorar los parques naturales y las playas vecinas.
Durante tu paso por Portugal, Faro no constituye forzosamente una parada obligada pero seguramente apreciarás pasearte por esta ciudad llena de carácter y con la arquitectura típica del país.
Pienso que Faro es una ciudad muy bella y verdaderamente me gustó caminar por sus calles, particularmente las del casco antiguo. Mi parte preferida es aquella que está todavía rodeada por una muralla fortificada porque, cuando me encontré en el medio de este recinto, tuve la impresión de haber hecho un pequeño viaje en el tiempo y así poder darme cuenta y tomar parte en la vida cotidiana de sus habitantes.
Faro tiene mucho que ofrecer a nivel cultural pero también encontrarás muchos bares y restaurantes muy agradables.