¡Qué maravilla! Pocas veces he sido tan seducido como al llegar a la minúscula aldea de Viscri, que parece un grial y que alcanzamos después de un largo viaje por las estrechas y sinuosas lenguas asfaltadas de las altas mesetas escarpadas de Transilvania. ¡No es sorprendente que incluso el mismísimo príncipe Charles se enamorase del lugar y se buscase una casa que visita anualmente!
Viscri, a pesar de los años, a pesar de los cambios socio-económicos, ha sabido conservar su espíritu rural y auténtico, especialmente gracias a una importante población sajona que se ha mantenido en el lugar y que conserva con orgullo la magnífica iglesia fortificada del siglo XII que domina el valle circundante. Ideal para un descanso en el campo, Viscri es un destino a la vez imprescindible y alejado de los lugares habituales durante un viaje por Rumanía.