Cuando llegué ante la Laguna Colorada durante mi viaje por Bolivia, viví una de las emociones más bonitas que he tenido como viajero. Tuve la sensación de rozar lo maravilloso con las yemas de los dedos, de acercarme a lo inverosímilmente bello. La llegada a la Laguna Colorada es un momento mágico e indescriptible.
La laguna está rodeada de volcanes altos, pero lo más irreal es su agua de color rojo sangre. Pero, ¿cómo es posible? Nunca había visto nada igual. Es magnífica. Para completar esta increíble imagen, hay miles de flamencos rosas con las patas en el agua alimentándose de las algas microscópicas que otorgan ese fabuloso color a la laguna.
Hoy, incluso después de haber vuelto, la imagen de aquella laguna es uno de los recuerdos más hermosos que conservo de mi paso por Bolivia. Te aconsejo que vayas allí para contemplar unas imágenes exuberantes.
¡Para acceder a la laguna Colorada, tendrás que ser paciente y tener una buena espalda! La ruta es rocosa y solo se puede acceder en vehículo todoterreno.
La laguna Colorada domina el altiplano boliviano a 4 800 metros de altitud. El lago salado, rodeado de volcanes y miles de flamencos rosas, ofrece un entorno magnífico, especialmente durante la puesta de sol. La laguna Colorada, al igual que sus ilustres vecinas (la laguna Verde y la laguna Blanca) forma parte de las visitas ineludibles durante un viaje por Sud-Lipez.
Como ya sabes, "colorada" significa "roja" en español y, como su propio nombre indica, esta espléndida laguna posee aguas de un brillante color rojo con una superficie de más de 60 km². Su llamativo color procede de algas pigmentadas que se sitúan al fondo del lago y que son la principal fuente de alimentación de los flamencos rosas.
Pídele a tu guía que se pare un buen rato para que puedas disfrutar de la atmósfera de tranquilidad que reina en la laguna y para observar a sus habitantes. Si decides explorar los alrededores no olvides que la zona es una reserva natural y que alberga a muchas especies protegidas. Guarda silencio para no perturbar la tranquilidad de esas preciosas aves. ¡Cierra los ojos y disfruta!
Después de que nuestro guía nos ordenara que paráramos un rato para adaptarnos a la altitud (en ese momento sobrepasábamos los 4 200 metros de altitud), nos fuimos al refugio en el que pasamos la noche antes de llegar a latan esperada laguna Colorada.
Jamás me había imaginado que una laguna pudiera tener un color burdeos tan marcado. Increíble y sublime. El espectáculo es completo cuando te fijas en los innumerables flamencos rosas. Por eso, me quedé observando un buen rato cómo emprendían el vuelo, aterrizaban y paseaban elegantemente por la laguna.
Como la laguna es muy extensa, deberás ir con tiempo para poder pasearte por allí y así podrás alejarte de la horda de turistas que visitan en masa la laguna con sus vehículos todoterreno. Si tu conductor-guía parece tener prisa por volver, te recomiendo que intentes negociar con él para quedarte un poco más y ver la puesta de sol. Junto al atardecer, podrás captar el vuelo de los flamencos y lograrás la foto de postal perfecta, el recuerdo de un viaje inolvidable y una de las visitas más llamativas durante tu viaje por Bolivia.