La primera vez que vine a Sen Monorom, la ciudad parecía un auténtico pueblo del lejano oeste. La carretera que la atravesaba era todavía de tierra, los vehículos levantaban una espesa nube de polvo a su paso y rápidamente nos dejaban cubiertos de tierra roja. Actualmente, la única carretera ha cambiado y ahora está hecha de asfalto, permitiendo acceder a la ciudad de forma mucho más fácil.
Sen Monorom es un pueblecito extravagante, bastante tranquilo, al que se acercan muy pocos turistas, aunque Mondolkire esté experimentando hoy día un boom turístico. El aeropuerto está situado en lo alto de la ciudad, y es bastante divertido, aunque aterrizar no lo es tanto: imagina una gran pista de tierra llena de baches, sin señalización y por la que pasan personas a pie, en moto o coche... No muy tranquilizador. Si te gustan los viajes poco comunes, Sen Monorom es un destino a tener en cuenta.
Cuando vine a la región en mi primer viaje a Camboya, Mondulkiri ya había comenzado su triste transformación. Hace tan sólo unos años Sen Monorom era el corazón de una provincia auténtica cubierta de bosques. La belleza salvaje de la naturaleza en todo su esplendor.
Lamentablemente, en lugar de conservar su innegable atractivo, Mondulkiri ha tomado un triste giro. La deforestación avanza a un ritmo exponencial. ¡Qué desperdicio! Al querer ceder a la tentación del turismo de masas, Mondulkiri ha perdido todo su encanto.
En Sen Monorom puedes organizar una jornada a lomos de elefante. Salí a dar un largo paseo por el bosque (el que por suerte todavía queda), y bañar al paquidermo para lavarlo en el río, tu mahout te dejará en tu sitio y te enseñará cómo guiarlo. Sin duda uno de los recuerdos más asombrosos de tu viaje por Camboya.