El templo de Banan puede visitarse en aproximadamente una hora: se trata de una excursión que puede resultar agradable para la mitad de un día. La verdad es que Wat Banan no me pareció excepcional. ¡Si vienes de Siem Reap, la visita te dará la impresión de no haber visto nada nuevo!
Sin embargo, el templo merece un vistazo: es el mejor preservado de la región y la vista desde lo alto es magnífica. Se puede distinguir el Phnom Sampov (montaña sagrada de Battambang) y contemplar los muchos campos de arroz que pueblan el campo de Battambang: ¡y, por supuesto, el arroz de Battambang tiene la reputación de ser el mejor del mundo! Su construcción recuerda en gran medida a Angkor Wat, pero a escala reducida.
Al llegar al templo hay que subir unos 400 escalones para poder llegar a la cima, pero una vez arriba te alegrarás de poder respirar el aire fresco. Un pequeño consejo: ¡lleva algo para hacer un pic-nic y disfrutar del lugar tras el duro camino! Lo cierto es que resulta más agradable visitarlo por la mañana, ya que durante la tarde hace mucho calor y humedad.
He visitado varias veces Wat Banan, un templo que no debes perderte y que está ubicado en los alrededores de Battambang. Se trata de una cita ineludible sobre todo si te consideras un amante de la arquitectura y la escultura. El lugar es bastante poco turístico, sin embargo es muy frecuentado por los jemeres. En una de mis visitas tuve la suerte de encontrarme con un grupo de artistas camboyanos que estaban dibujando unos croquis. Accedieron encantados de mostrarme sus dibujos y lo pasamos muy bien haciéndonos fotos. ¡Fue un momento memorable!
Personalmente, creo que este es un lugar en el que se puede experimentar la Camboya más auténtica, gracias a su atmósfera salvaje y bucólica. Además, se puede disfrutar de unas buenas vistas de la región.
Durante mi estancia en Camboya tuve la ocasión de visitarlo en la estación lluviosa, que es con diferencia mi preferida. El lugar tiene en esta época un encanto muy particular, ya que una parte de la escalera de acceso al templo queda inundada. Llegué hasta el templo navegando en una barca improvisada y tuve incluso que agacharme para no golpearme con la rama de un árbol. Mientras, unos niños jugaban con el barro. ¡Fue un momento inolvidable!