A alrededor de una hora de navegación desde Cartagena de Indias, las islas del Rosario son conocidas por sus playas de arena blanca, su espectáculo acuático y sus arrecifes de coral habitados por numerosos peces exóticos. Lamentablemente este paradisiaco escenario esconde una auténtica fábrica de turistas que dejará al viajero un poco frustrado por haber gastado tal cantidad de dinero para acabar rodeado de una horda de turistas en un lugar bastante menos extraordinario de lo que mostraban las guías. Me explico...
Hay que levantarse muy temprano, al amanecer, para embarcar en dirección a las islas del Rosario. No cometas le mismo error que yo: toma un barco rápido, aunque sea caro, de lo contrario acabarás embutido junto a otros 150 turistas en un barco que hace el trayecto en dos horas, cuando al archipiélago se puede llegar en 50 minutos con una embarcación más pequeña, más rápida y, sobre todo, menos abarrotada. Decidimos no hacer la visita al acuario y tras ver la cara que tenían al volver algunos de los que sí lo visitaron, creo que hicimos bien.
Al llegar a Playa Blanca, que nuestro guía nos vendió como una playa paradisiaca, nos dio pena comprobar que en realidad se trataba de un auténtico caza-turistas. Era imposible estar en calma un solo minuto, ya que los vendedores ambulantes de la isla se acercaban a vendernos cosas constantemente. ¡La playa también era minúscula! Afortunadamente, pudimos disfrutar de las aguas cálidas del Caribe y almorzar un excelente pescado.
Imagino que habrás comprendido lo que quería decir, las playas de las islas del Rosario son paradisiacas, pero el turismo de masas ha estropeado un lugar que en otro tiempo fue mucho más natural y auténtico. ¡Si te gustan las playas desérticas y vírgenes, pasa de largo y sigue tu camino!