Al igual que Cartagena de Indias, la ciudad de Popayán es famosa por su riqueza arquitectónica. Se suele decir que es una de las ciudades más bonitas de Colombia.
La llaman la “ciudad blanca”, debido a las inmaculadas fachadas de sus edificios de estilo colonial. Popayán es una ciudad con un gran patrimonio artístico e histórico. La ciudad blanca alberga numerosos edificios religiosos, ya que a lo largo de los años emigraron a ella numerosas comunidades religiosas, como los jesuitas o los franciscanos.
Por el día, es muy agradable caminar por el laberinto de calles del centro de la ciudad de Popayán y descubrir sus asombrosos edificios históricos, que fueron restaurados tras el terrible terremoto que sufrió la ciudad en 1983. Es muy emocionante descubrir sus iglesias de los siglos XVII y XVIII, como la Iglesia de Santo Domingo o la Iglesia de San Agustín. También debes visitar la Torre del Reloj y posteriormente el Museo Arquidiocesano de Arte Religioso. Tras un merecido descanso en el Parque Caldas, dirígete al Teatro Municipal Guillermo Valencia.
Por la noche, la ciudad despierta de su letargo y los bares y restaurantes se llenan de vida. Si quieres interactuar con los lugareños, sal a las discotecas y bares de moda, que abren hasta el amanecer. ¡Qué bien se vive en Popayán!
No teníamos ningún plan excepcional previsto en nuestro viaje por Colombia, salvo bordear la costa caribeña. Al llegar desde Ecuador, esto es, desde el sur, hicimos una primera escala en la pequeña ciudad colonial que es Popayán, con el fin de meternos de lleno en la tierra colombiana.
Fue una buena elección, ya que Popayán resulta ser una ciudad de tamaño humano, orgullosa de su patrimonio histórico, y con un centro que casa muy bien con su aspecto de pueblo de cuento, lugar donde los rayos de sol se reflejan sobre los inmaculados muros de los edificios. Nos encantó vagabundear por las iglesias, museos y callejuelas del centro de la ciudad, donde pudimos sentir el pulso de la vida en Colombia.
Además, en Popayán tuvimos nuestro primer encuentro con la gastronomía local, que, como en toda Sudamérica, es cálida y acogedora. Hallamos un sitio popular con aires de cantina pública, donde todo el mundo parecía haberse dado cita a mediodía para comer, en medio de un ambiente relajado: La Viña. ¡Absolutamente recomendado!