Sibenik es una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco gracias a su catedral, una joya medieval de la que guardo un emotivo recuerdo.
El día en que visité Sibenik había muy poca gente y pude disfrutar de todos los monumentos prácticamente en soledad. Después de ver la catedral, me dirigí a la fortaleza, ubicada en el punto más alto de la ciudad. Durante mi paseo hice un alto en el camino en un pequeño y precioso jardín. No es fácil llegar hasta las murallas de la fortaleza, sin embargo, tal esfuerzo se ve recompensado con un gran premio: unas asombrosas vistas de la ciudad y sus alrededores.
Al descender de la catedral, descubrirás que es muy agradable perderse por el laberinto de viejas calles y detenerse en algún local para degustar un rico helado. Por último, un dato para los amantes de la naturaleza: Sibenik no está muy lejos del parque de Krka.
Sorprendentemente infravalorada, la ciudad de Sibenik suele ser ignorada por los turistas, que prefieren visitar Zadar, Split o Trogir. ¡Algo que por otro lado no está mal del todo, ya que es gracias a esto que Sibenik ha logrado conservar su identidad y continúa albergando grandes tesoros!
He de admitir que Sibenik me gustó bastante. Es posible que se deba a que no me esperaba gran cosa, a que nunca me habían dicho nada positivo de ella o a que los edificios de hormigón que pueblan las afueras y te reciben a la entrada de la ciudad, no auguran nada bueno. Fue en el momento en que llegué a su adorable casco antiguo, que está dominado por una magnífica fortaleza, cuando tomé conciencia del verdadero encanto de la ciudad.
Además, Sibenik es un punto de partida ideal para descubrir esta región croata, ya sea para visitar el Parque Nacional de Krka (también sorprendentemente infravalorado) o las magníficas islas situadas enfrente de la ciudad. ¡Un destino fuera de las rutas turísticas habituales que merece realmente la pena!