Mljet cuenta con una oferta muy tentadora: una isla alejada, menos turistas que en otras partes del país y una exuberante naturaleza. La isla dispone de dos puertos a los que llegan ferrys desde el continente: Polace y Sobra. Recomiendo fervientemente alojarse en Polace, que es la puerta de entrada del Parque Nacional de Mljet. Yo me alojé en esta ciudad, ya que en ella se pueden alquilar bicicletas o motos para recorrer los caminos de la isla, que están rodeados de una exuberante naturaleza.
Podrás pasear por el parque nacional, que cuenta con un lago que a su vez alberga una isla con un monasterio en ella, mientras que la alta colina que sobrevuela el paisaje ofrece unas vistas increíbles de la isla y la costa. Aunque quedé encantado con mi estancia en Mljet, eché de menos la presencia de un casco antiguo, Polace es una ciudad relativamente joven y carente de interés.