Ya había tenido la ocasión de comprobar lo que es aquí el agua. Primero, quería ir a ver la cascada. Pero como llovía fuerte, me conformé con la visita al centro de mariposas, magnífico lugar en el que se mueven cientos de mariposas.
Después de comer algo, lo intenté de nuevo, pero tuve que desistir por la lluvia. Me cogió en auto stop una familia encantadora que se apiadó de mí y me llevó al pueblo. Mi plan habría sido visitar un jardín de orquídeas si no hubiera encontrado a Janictza, una niña de 8 años a la que se le metió en la cabeza enseñarme SU Mindo y que finalmente convenció a sus padres para llevarme en coche en su regreso a Quito, evitándome así el incómodo autobús.
Mientras que en el trayecto de vuelta la niña dormía sobre mi hombro, me decía que una vez más durante este viaje a Ecuador, había tenido la oportunidad de encontrarme con gente excepcional, de esa que no puedes olvidar... ¡Gracias, lluvia!
Mindo está a tan sólo 90 km de Quito, así que decidí quedarme unos días, especialmente para cambiar el fresco de las montañas por un poco de calor tropical.
La ciudad no es muy grande: una larga calle principal con restaurantes y agencias de viajes, callejuelas pequeñas a su alrededor, incluyendo la de mi hostal, famoso por su jardín con colibríes. Dejé mis cosas antes de ir a dar un paseo por la ciudad con el fin de informarme sobre las actividades: senderismo, tubing, observar mariposas, la chocolatería... Aburrido no iba a estar. Pero para empezar fui a la reserva forestal, donde esperaba cruzarme con algunos pájaros.
La verdad es que no tuve éxito. En fin, al menos pude ver los colibríes en el jardín del hotel por la mañana en el desayuno: una estampa muy agradable.
El resto de días, fue inevitable caminar a lo largo de las cataratas (bonitas, pero las he visto mejores en otras partes del país), y hacer un pequeño tour de tubing en el río (un tipo de rafting en neumáticos gigantes: emociones aseguradas). Por último, no quise irme de la ciudad sin visitar la fábrica de chocolate: muy interesante, y probablemente el mejor brownie que he comido en mi vida.