Considerada por muchos científicos la cuna de la humanidad, Etiopía puede estar orgullosa de sus tesoros, de su gastronomía y de sus leyendas... Un buen guía inundará tu viaje de anécdotas, dándole una dimensión muy diferente.
A menos que ya hayas devorado toda la historia de Etiopía antes de emprender tu viaje, lo normal es ir descubriendo sus reliquias sin conocer forzosamente todo su pasado. Según la etapa, tu guía local te irá narrando las historias que corresponden a cada visita: en el norte, te explicará la geología del lago Tana, fuente del Nilo Azul, así como la historia de monasterios más antiguos que las catedrales europeas... sin olvidar el mito de la ciudad de Aksum, cuya capilla en la iglesia Santa María de Sion alberga, según cuentan, el Arca de la Alianza (informamos a los adeptos de Indiana Jones que esta reliquia no se encuentra visible, por lo que continua siendo... ¡un misterio!).
En la región central te ayudará a descubrir los últimos especímenes del lobo abisinio, en el interior del Parque nacional del Monte Bale... Si te diriges al sur, tu guía quizá te anime a buscar el oro perdido del Rey Salomón, posiblemente enterrado en un campo de cafetos. Aquí tienes una excusa perfecta para dejar volar tu imaginación, sea cual sea el itinerario escogido.
El café, originario de Etiopía, cuenta con una gran reputación en el país, pero con la ayuda de un guía local podrás tomarlo en los mejores establecimientos. Lo mismo si quieres probar la injera (el plato nacional): la mayoría de hoteles y establecimientos turísticos ofrecen menús adaptados al mundo occidental, por tanto no dudes en pedir a tu guía que te sugiera sitios más tradicionales para así poder degustar lo mejor de la gastronomía local.
De este país son famosos su cuero, tejidos y artesanía; también resulta preferible acercarse al mercado en compañía de un guía que hable tu idioma, y que traducirá al inglés o al oromo tus preguntas y negociaciones. Si te decides a recorrer Merkato, el mayor mercado de Addis Abeba, tu acompañante se encargará también de vigilar tus efectos personales, algo útil frente al riesgo de robos.