La mayoría de los viajeros llegan a Tagbilaran en avión o en barco. El puerto conecta directamente la ciudad de Cebú, al sur de la isla epónima, Negros o Siquijor. Esta ciudad portuaria no es desagradable aunque carece de puntos de interés agradables
Bloqueado en Tagbilaran por un tifón, disfruté de algunos buenos restaurantes como Payag o el Garden Café, que contrata a camareros sordos y mudos. También fui hasta la oficina de inmigración para un obtener una sonriente acogida y algunas informaciones claras y precisas. Es el centro ideal para los que quieren una extensión de su visado para una estancia de larga duración.
Finalmente, terminé mi día con u pequeño paso hacia la plaza Rizal, delante de la inmensa catedral, después a través del centro de la ciudad para comprar algunas frutas.
No hay mucho que hacer en Tagbilaran, pero allí encontrarás todo lo necesario de una ciudad pequeña (centro comercial, cine, restaurantes, alquiler de motos).
Te puedes mover con facilidad a pie por toda la ciudad, y sino tienes a tu disposición una multitud de triciclos (una especie de moto con sidecar que hace las funciones de taxi)
. Sin embargo el tráfico es muy intenso para una ciudad tan pequeña. Lo que le da una sensación agobiante, no me sentí demasiado agusto en la ciudad, si bien la gente local me pareció muy amable.
Ten cuidado e infórmate antes de cuando son las fiestas locales, porque todas las tiendas cierran y la ciudad se torna una ciudad fantasma.
En definitiva, creo que este lugar debe ser una corta parada durante tu viaje por las Filipinas.