Gori es una ciudad cargada de historia que en 2008 volvió a estar bajo el control ruso durante diez días. Actualmente, la situación es estable, aunque los georgianos siguen estando muy marcados por ese pasado histórico.
Fui al museo de Stalin, la «atracción» estrella de la ciudad. Salí de allí muy decepcionada y me pareció un lugar con una atmósfera muy cargada. Me dio la impresión de que estaba en un museo consagrado al culto del personaje, con muy poca información sobre los crímenes de Stalin. No se habla sobre la hambruna de Ucrania ni sobre el terror de 1937 ni mucho menos sobre los gulag. Todo está escrito en georgiano y en ruso y la información no está traducida al inglés. Aun así, la entrada cuesta 8 €.
Para disfrutar de unas vistas bonitas de la ciudad, te recomiendo que visites la fortaleza que está en el centro de Gori.
Me resultó bastante extraño pasear por la ciudad de Gori y encontrarme, sucesivamente, en la plaza de Stalin, en la avenida de Stalin, ante una estatua de Stalin y frente al museo de Stalin, uno de los mayores dictadores del siglo XX, pero que aquí parece elevarse a la categoría de héroe. Quizá no sea casualidad, ya que, al parecer, la ciudad de Gori vive solo de ser la cuna de una de las figuras más controvertidas de la historia y es un negocio turístico bastante lucrativo.
Sin embargo, aparte del hijo predilecto de Gori, esta pequeña ciudad tiene un centro agradable, y, sobre todo, algunos sitios turísticos especialmente apasionantes como Uplistsikhe, una de las ciudades más antiguas de Georgia, situada en la Ruta de la Seda.