La historia de la destilería y de este pueblo irlandés está interrelacionada y es muy interesante. A primera vista el servicio de la visita puede desalentar ligeramente a los turistas que acudan con la esperanza de recibir unas explicaciones exhaustivas porque lo único que te dan es un conjunto de hojas grapadas con la información, te indican la clasificación del museo/destilería y te remiten al folleto si pides más detalles.
Considero que el sistema funcionaba bastante bien, porque así puedes dedicarle el tiempo que quieras a la visita y admirar de cerca el edificio y las máquinas instaladas sin retrasar al grupo. Además, si quieres sacar fotos tienes todo el tiempo que quieras.
Y si al final tienes preguntas, siempre podrás preguntarlas al final de la visita y hacérselas a los responsables, que estarán encantados de responder tus dudas porque antes que responsables de la recepción son unos apasionados del lugar.
Bebida principal de todo el condado, el whisky de Kilbeggan es la mayor atracción de la ciudad, que es de poco interés, en sí misma.
La destilería de John Locke, construida en 1757, es una de las destilerías de whisky más antiguas del mundo. Tras más de un siglo de producción, estableció su sede en otros edificios más modernos (Cooley). Aunque algunos pensarán que a esta visita le faltan encantos, pero otros apreciarán el gran Museo del Whisky de Kilbeggan. Se pueden conocer, entre otros datos, las particularidades de este whisky irlandés, de una suavidad, carácter y equilibrio "únicos".
Para continuar con el "patrimonio" local, te aconsejo acudir a la cercana localidad de Mullingar para admirar el castillo Knockdrin o, más al norte, las ruinas de la abadía benedictina de Fore. Al oeste, Lough Ree es una zona de pesca excepcional que ofrece hermosos paisajes.