Dos caminos salen o llegan a Wellington, uno junto al mar y el otro por el interior. Es este último el que pasa por Martinborough. Debo decir que tengo debilidad por la otra ruta, en especial para poder detenerme en Kapiti Island, una reserva natural dedicada a las aves y sobre todo a los kiwis.
Martinborough es una ciudad interesante para los aficionados al vino y los buenos caldos, un poco como la región de Marlborough en la Isla Sur. La ciudad es bastante rural, y una de sus particularidades es la esquila de ovejas, que es el orgullo de la ciudad. Por otra parte, la visita al museo Wool Shed me dejó sin palabras.
Por último, si te gusta la naturaleza, el lago Wairarapa es una zona bastante pantanosa pero que permite hacer algunos bonitos paseos.