
Como cualquier pueblo, los neozelandeses tienen sus pequeños hábitos y manías que puede ser interesante conocer antes de viajar, para evitar cualquier situación embarazosa durante una estancia en tierra kiwi. Pero tranquilo, de manera general nuestros modos de vida son bastante similares.
Amante del nudismo o del topless, te darás cuenta rápidamente de que en el país de los kiwis, estas prácticas no están bien vistas. ¡Por lo que te aconsejo llevar un bañador! Por otro lado, evita sentarte en los lugares donde se prepara comida, escritorios y mesas donde se escribe, tampoco es muy apreciado.
Te sorprenderá ver que en este país, nada está hecho para el peatón y nunca verás pararse un coche para dejarte pasar... y si pasa eso, ¡piensa que es un extranjero el que conduce! Efectivamente, el peatón casi nunca tiene prioridad, excepto cuando el paso de peatones está señalizado, ¡lo que es bastante raro, créeme!
Para acabar, es importante recordar que los neozelandeses están muy concienciados con la naturaleza y protegen mucho su entorno... por lo que entenderás que no esté tolerado dejar basura en la cuneta, contaminar o tirar piedras a los animales... efectivamente, ¡asistí al arresto de un hombre que tiraba piedras a los patos en un parque!
Ah, sí, lo olvidaba... para no ofender a los neozelandeses, ¡trata de no confundirlos con los australianos!
Cuando entras en una tienda, no te sorprendas si el vendedor te hace muchas preguntas, a veces personales, como "¿qué vas a hacer hoy?", "¿no está muy desbordado en este momento?" Efectivamente, el contacto con los neozelandeses es muy fácil e interesarse por el cliente forma parte de su cortesía. Mis experiencias profesionales en el país me han permitido entender que todos los jefes exigen a su empleados que conversen con el cliente y no se conformen con un simple "buenos días, ¿cómo está usted?"
Muchos lugares maorís son sagrados y tendrás que solicitar un permiso para fotografiarlos, o incluso para entrar en ellos. No dudes en informarte antes sobre las consignas de uso. Por ejemplo, a veces es necesario quitarse los zapatos antes de entrar en una sala.