Si buscas la animación y lo extraordinario, inútil que vayas a Celorico de Basto. Esta aldea de unas 2.500 almas no ofrece muchas distracciones, salvo la visita de un castillo, el descubrimiento de la Rota do Românico (la ruta del románico) así como un patrimonio rural y gastronómico original (del vinho (vino) verde, el queso local, los bolinhos do amor...).
Por mi parte, visité el castillo de Arnoia, no lejos del centro de Celorico de Basto, con mucho interés: situado en la cima de una colina, esta fortaleza está compuesta de una torre austera rodeada de una sólida muralla en forma de escudo triangular, cuya construcción se remonta al siglo XI. Obra maestra de la arquitectura defensiva pasiva del románico, el castillo de Arnoia tiene como única función... abrigar a las gentes que van a refugiarse allí: un sitio poco accesible, gruesos muros, una sola puerta, ¡una cisterna subterránea! En el siglo XIII, parece que el castillo, demasiado aislado y carente de espacio, era inapropiado para la protección de una población importante. Por eso fue progresivamente abandonado, en beneficio de Britelo, ¡enseguida rebautizado como Celorico de Basto!