En otro tiempo lugar predilecto de los famosos y los aristócratas lisboetas, Estoril conserva un cierto encanto decadente, con sus hermosas mansiones, su elegante línea de costa y su casino. Sin embargo, atrapada por la desenfrenada urbanización de Lisboa, la ciudad ha perdido su encanto y hoy se parece más a un complejo turístico residencial que a un opulento municipio.
Durante mi estancia en Portugal, pasé por Estoril en ruta hacia Cascais y debo reconocer que no quedé particularmente encantado con la ciudad, que ofrece un interés limitado. Ciertamente la playa es bastante agradable, pero en verano enseguida se llena. Aconsejaría a cualquiera que disponga de un coche de ir un poco más al oeste, a Cascais, que tiene un poco más de encanto que Estoril y una vida nocturna más animada.
Para ser sincero, tengo que reconocer que no me gustan nada las estaciones balnearias exquisitas como Estoril… Es verdad que la playa, Praia de Tamariz, es muy bonita, pero también se halla infestada de gente. Por otro lado, nunca me han atraído los casinos si no es para hacerme una idea del perfil sociológico de los jugadores empedernidos o conocer los lugares que inspiraron Casino Royale, uno de los episodios de James Bond concebidos por Ian Fleming. Los hoteles de lujo y las ricas ciudades costeras están fuera de mi alcance, ¡por lo que no soy la persona adecuada a quien pedir opinión si te interesa este mundo!
No obstante, he de reconocer que no me desagrada pasearme de noche al borde del mar, y entrar a cenar o tomar algo en uno de los muchos restaurantes y bares abiertos frente al océano. O incluso imaginar en este lugar algo descolorido, a las clases altas de la sociedad portuguesa y extranjera de comienzos del siglo XX.