Salí de la autopista que rodea Montemor-o-Novo para repostar. Fue una agradable sorpresa, porque la pequeña ciudad de Montemor-o-Novo alberga algunos edificios interesantes, especialmente el apacible Santuario de Nossa Senhora da Visitaçao (Nuestra Señora de la Visitación) o la iglesia de Santa Sofía. También visité la Gruta do Escural, que permite a la vez saborear la frescura subterránea (lo que no está nada mal en pleno verano) y ver las pinturas rupestres del Neolítico.
Finalmente, me gustó en especial el descubrimiento de la muralla erigida por orden del rey Dinis en el siglo XIII: la parte principal, bien conservada, está jalonada por once torres de vigilancia. Protege un castillo fortificado rectangular, cuya construcción comenzó en el siglo XII, enmarcado por dos torres hoy en ruinas.