Si la ciudad de Bergama ya tiene encanto de por sí, con su ambiente relajado, su centro recoleto y sus antiguas callejuelas, qué decir del sitio arqueológico que la domina, el increíble emplazamiento de Pérgamo, cuyos orígenes se remontan al siglo VIII antes de Cristo.
Antiguamente una de las ciudades más prósperas y poderosas, Pérgamo sigue conservando los símbolos de esta riqueza con su santuario de Asclepio y, sobre todo, con su acrópolis erguida sobre la cumbre de la montaña y su odeón, que aprovecha el abrupto desnivel del acantilado para ofrecer unas vistas excepcionales sobre la ciudad.
A mí personalmente me maravilló este lugar, que además tiene la ventaja de estar sorprendentemente abandonado por los turistas. Así, pude sumergirme en el pasado, en los tiempos de grandeza de la ciudad, mientras subía por los senderos de tierra entre las ruinas de mármol.