¡Menudo ambiente! Cuando tienes la impresión de estar en una llanura plana dominada por algunas montañas, pero en realidad ya estás a casi 1800 metros de altitud, las cosas no pueden ser normales del todo. Llegué a Erzurum con las últimas nieves de finales de marzo y una luz que no había visto nunca, salvo durante mi viaje por Armenia. El paisaje de cráter lunar, con aquellos montes volcánicos y esa limpidez invernal, me impresionó mucho.
Cuando llegué a Erzurum, enseguida me llamaron la atención los restos históricos de la ciudad, aunque un centro bastante moderno y por lo demás jovial y agradable hubiera sustituido a la mayoría de sus callecitas. Las dos madrazas de la época selyúcida (siglos XIII y XIV) son unas obras maestras del arte islámico impecables, con magníficos bajorrelieves y colores formidables. La cerámica azul o verde de algunos detalles alegra el austero color marrón rojizo de la piedra volcánica. La ciudadela es otro sitio histórico impresionante, así como los numerosos mausoleos que hay desperdigados por esta ciudad, muy religiosa.