Después de varias semanas en un refugio entre Puerto Varas y Ensenada, me tomé un día para ir en autoestop a Ralún y Cochamó, de los que había oído hablar muy bien.
Hay que reconocer que la carretera es preciosa: asistí a una sucesión de fiordos, ríos donde los pescadores capturan el salmón (es un lugar muy conocido a nivel internacional), y pueblecitos cada cual más mono que el anterior.
En Cochamó, sobre todo son conocidas sus rutas de senderismo en el bosque, a lo largo del río del mismo nombre. Hay que calcular seis horas largas para llegar al camping, en pleno bosque, aunque yo no tenía tanto tiempo, así que me conformé con caminar a lo largo del río sabiendo que debería darme la vuelta al poco rato. El agua es de un azul verdoso traslúcido. En pocas palabras, es magnífica, y está rodeada de todo este bosque, con puentecitos de madera aquí y allá. Pero no pude entretenerme demasiado. Aún tenía muchos kilómetros por delante y tampoco había tantos coches por la carretera.