Río no puede faltar en ningún itinerario de viaje por Brasil y, ya que estamos, puedes bajar en autobús hasta Angra dos Reis (¡pero no te quedes allí!) y cruzar en barco hasta Isla Grande. Aventureros y amantes de la naturaleza: aprovechad para ir, ¡daos el gustazo!
Isla Grande es una isla preciosa, aislada y sin electricidad. Su playa más famosa —y bonita— es Lopes Mendes. Allí llueve bastante, sobre todo en diciembre. Y he ido a Isla Grande varias veces, siempre en diciembre. ¡Pues que la lluvia no te quite las ganas! Lopes Mendes vale la pena, ya llueva o haga sol. El agua nunca está fría y es de color turquesa, con olitas para saltar por encima. La lluvia le da a la playa un aire melancólico. Si hace bueno, no encontrarás el momento de irte.
Nada de bares ni de restaurantes, ni hostales ni cómodos asientos... el principal encanto de Lopes Mendes reside en el carácter totalmente natural y protegido de su entorno.
De hecho, la fama de sus playas hacen que sea uno de los sitios más visitados por los turistas que vienen a la isla. Me aventuré a adentrarme en sus confines, allí donde la montaña se vuelca literalmente sobre el océano; pude encontrar algo de tranquilidad y apreciar sus bellos paisajes con unas aguas perfectamente cristalinas.
No dudéis ni un momento en disfrutar bailando bajo los chaparrones en la época de lluvias. Es entonces cuando Lopes Mendes, sin apenas turistas, adquiere un aspecto aún más paradisíaco si cabe.
Siempre siento punzaditas en el pecho cuando pienso que tuve que dejar este pequeño paraíso al final del día.