Pequeña ciudad de unos 15.000 habitantes, Makarska parece adormecerse durante todo el año, esperando la llegada del verano, cuando sus bonitas playas y sus infraestructura atraen a miles de turistas de otras partes de Croacia y de todos los rincones del mundo.
Aunque el centro histórico de la ciudad de Makarska es bastante interesante, con sus callecitas adoquinadas y su monasterio franciscano, la ciudad se centra totalmente en el turismo de masas y por eso ha perdido un poco de encanto. Allí hay de todo para que pases unas vacaciones lo más tranquilas posibles, con muchos complejos hoteleros al borde del mar y restaurantes/bares/clubes a pie de playa.
No es necesariamente mi estilo de vacaciones y, por tanto, durante mi viaje por Croacia, Makarska no me gustó especialmente, sobre todo teniendo en cuenta que en las islas vecinas hay playas igual de bonitas, sin tener que pelearte por un sitio donde dejar la toalla.