¿Qué sería de Irlanda sin su cortina de lluvia? Por suerte, cuando el chaparrón llegó (el tercero de una hermosa mañana de julio), estaba cerca del Castillo Ross y me refugié allí por la módica suma de 2€, la tarifa de estudiante. Todo el mundo había tenido la misma idea, o eso parecía, así que tuve que esperar una buena hora por lo menos para poder hacer una visita de... 45 minutos solamente.
No queda gran cosa en este castillo, salvo algunos cuadros decrépitos y mobiliario de época. Con un poco de suerte, darás con un guía que te hará olvidar la falta de atractivo contándote historias de clanes ancestrales y sus líderes atípicos que habrían zozobrado en las aguas del lago. De lo contrario, solo la vista del parque nacional desde lo que queda de las murallas vale la pena.
Finalmente, encontré este castillo bastante más encantador visto desde el exterior, entronizado como el guardián del lago. La vista es particularmente poética desde la punta del lado oeste de la isla Ross.