Al poco de salir de Vik en dirección hacia el este, nos embarcamos en una larga travesía por el desierto. En efecto, el Myrdalssandur es un desierto de piedra de lava, resultado de los caprichos del volcán Katla. Asimismo, cuanto más nos acercamos en coche hacia el este, más inhabitada está la zona, ya que ha sufrido inundaciones con regularidad.
La primera vez que atravesé el Myrdalssandur, no me di cuenta de que todas las piedras que me rodeaban eran desechos volcánicos.
Los lugares están sorprendentemente vacíos y, por supuesto, no hay presencia humana: ¿quién querría vivir en un lugar donde los volcanes escupen piedras y donde el agua destruye todo a su paso?
Si quieres estirar las piernas pero no te conformas con parar a hacer una foto al pie de la carretera, prueba a visitar Hjörleifshöfdi, justo a la salida de Vik, el único montículo de importancia con vistas sobre la costa. Si sigues prácticamente todo recto en dirección al océano, llegarás a Kötlutangi, el punto más meridional de la isla.
Myrdalssandur es una llanura desértica que va desde el este de Vik hasta los alrededores de Kirkjubaeraklaustur. Dejarás las verdes praderas con gente y te encontrarás con un campo de lava, con rocas cortadas y escorias volcánicas hasta donde alcanza la vista. Puedes dirigirte al interior por la pista de Laki si las condiciones meteorológicas son las adecuadas, y solo con un todoterreno. Los sitios son impresionantes, lunares, en mitad de desiertos, cenizas y cráteres, y, de vez en cuando, algún lago. Sin embargo, la carretera está en mal estado, así que ten en cuenta que pasarás por algunos vados.
Si sigues por la carretera 1 hasta Kirkjubaeraklaustur, una media hora antes de llegar al pueblo te encontrarás con Laufskálavarða, un montículo de lava. Una de las primeras granjas del país solía estar allí, antes de que una erupción del Katla se la llevara por delante a finales del siglo IX.
Según la tradición, cuando un viajero pasa por allí por primera vez debe hacer un cairn (un montoncito de piedras apiladas) para tener un buen viaje. Todos esos montones me recuerdan también a las casas de los elfos.