Gullfoss es la última etapa del Círculo Dorado, la ruta más habitual para los viajeros que visitan Islandia ; las otras etapas son el parque nacional de Þingvellir y Geysir. Si no es la cascada más caudalosa es porque Dettifoss, al norte, ostenta el título, aunque para mí sigue siendo la más impresionante de todas.
Se trata de un paraje excepcional, sobre todo por la presencia habitual de un arco iris precioso por encima de las cascadas. Aunque no sé bien explicar el fenómeno, siempre estoy dispuesta a capturarlo con mi cámara en cuanto se me presenta la ocasión.
Me gusta disfrutar tranquilamente de la catarata de Gullfoss para intentar plasmar lo mejor posible esa fuerza arrolladora de la Madre Naturaleza. Pero, al final, las fotos suelen quedar un poco sosas en comparación con la poderosa energía que desprende el lugar. Por otra parte, estuvo en marcha hace tiempo un proyecto para una central eléctrica, pero una granjera local luchó contra los promotores con uñas y dientes y al final consiguió salvar este patrimonio natural extraordinario. ¡Y le doy las gracias, porque así yo hoy puedo disfrutar del espectáculo!
Durante tu viaje por Islandia te darás cuenta de que esta cascada es la más extraordinaria del país. Es todo un honor teniendo en cuenta la gran cantidad de cascadas que se encuentran por todo el territorio islandés.
Gullfoss se compone de dos cascadas que proceden del río Hvita. Su nombre significa la «cascada dorada». Aun con sus 32 metros de alto y sus 70 metros de ancho, no es la cascada más alta de Islandia. Sin embargo, te deslumbrará igualmente. El entorno es muy distinto en invierno y en verano. Durante el periodo estival podrás ver un bonito contraste entre el verde de la hierba y el azul del agua. En invierno, por el contrario, podrás verla más o menos helada. A mí me gustó más visitarla bajo su manto de hielo. Me parece que así es más representativa de un país nórdico.
Las cascadas de Gulfoss son una de las mayores atracciones turísticas de Islandia. Se suele hacer la visita junto a la de los sitios de Geysir y Pingvellir. Recuerdo ir acercándome al lugar y sentir la impresión de inmensidad que se desprende de esa maravilla de la naturaleza. Como sucede tantas veces en Islandia, las vistas son desmesuradas.
También me gustó mucho aproximarme al lado de las poderosas olas que se esparcen desde allí. Un sendero desciende hasta una plataforma acondicionada que domina todo el río, en el lugar de la primera caída del agua. Me podría haber quedado varios días contemplando las cascadas, y las abandoné con pesar. De verdad, una de las maravillas de Islandia.