Conocí a otro viajero en Laos de origen malayo, y me aconsejó ir a Cameron Highlands, para ver algo diferente a las grandes ciudades y los lugares turísticos de Malasia. El trayecto en autobús me dio una buena visión general: el bosque y la selva en la montañas, los olores embriagantes del té y el frescor... perdido me quedé desde mi llegada a Kuala Lumpur.
Me gustó ver las plantaciones de té de Cameron Highlands que llegan hasta donde se pierde la vista, escuchar las historias de los recolectores extranjeros que se agolpaban en grupos en las pequeñas chozas, ir a un invernadero de mariposas y disfrutar de la tranquilidad del lugar.
Lo mejor: el frescor y la originalidad del lugar.
Lo peor: los tour organizados, muy regulares, hay que ir siguiendo a todos.
Cuando las temperaturas se hacen insoportables en la llanura, no hay nada mejor para reponer fuerzas que una estancia en las Cameron Highlands. Al llegar al lugar tras un viaje caótico en autobús, me quedé sorprendido con las ciudades de Tanah Rata y Bringchang, que se parecen un poco a estaciones de esquí como las que se construían en los años 1960. Pero pronto tuve la oportunidad de escaparme de la animación de la ciudad y salir de excursión por los alrededores hacia las cascadas de Robinson. Algunos caminos son fáciles técnicamente y se pueden recorrer solos. Para aquellos a quienes les gusten las caminatas más largas, tendrán que ir acompañados de un guía local.
Más allá del lago Sultan Abu Bakar, fui a conocer la plantación de té Boh, el que se bebe en todos los hoteles del país. El trayecto en taxi es increíble incluso con el tiempo neblinoso. En el lugar se puede ir a visitar la fábrica, probar una taza de té o sencillamente pasearse en medio de las plantaciones de té.
Pasé dos noches en Cameron Highlands, el tiempo adecuado para descansar en medio de la naturaleza. En mi primer día fui a visitar la plantación de té llamada "Boh Sungei Palas", la mayor de la región. La vista sobre las plantaciones de té resulta grandiosa: ¡todo de color verde fluorescente!
También tienes la posibilidad de realizar una visita guiada por la plantación. Antes de partir no te olvides de tomar una taza de té frente a las plantaciones, una experiencia mágica.
En mi segundo día fui a visitar el pueblo étnico de Orang Asli; los pueblerinos te acogen con los brazos abiertos y los momentos de convivialidad están asegurados con cursos de música y danza tradicional. Para cerrar la jornada, el jefe del pueblo me propuso participar en un pequeño concurso de tiro con cerbatana.
Conservo un excelente recuerdo de esta bonita región, que recomiendo con creces a cualquier amante de la naturaleza.
Aunque el turismo se halla presente, el recibimiento allí sigue siendo espontáneo y natural: las poblaciones parecen contentas de compartir con nosotros los distintos aspectos de su vida cotidiana. Cosas que hacer en medio de un viaje por Malasia.