Al llegar a Christchurch durante mi viaje por Nueva Zelanda, mi primera impresión fue un shock al descubrir el centro de la ciudad totalmente destruido, y esa sensación de ciudad abandonada se intensifica con las tiendas que han quedado en el mismo estado, con maniquís que todavía llevan las mismas ropas que en aquellos momentos. Poco a poco, mientras recorría la ciudad, esta primera impresión fue cambiando. Christchurch es una ciudad agradable, y por todas partes se han emprendido proyectos de reconstrucción, en especial el de un conjunto comercial fabricado con contenedores de múltiples colores.
Durante mi paso por Christchurch, había instalada una exposición fotográfica en el museo nacional que mostraba las consecuencias del terremoto que asoló la ciudad. Las imágenes permiten darse cuenta realmente de los trabajos realizados desde entonces. Además, el barrio cuenta con muchos edificios antiguos que valen la pena contemplar, así como un pequeño mercado artesanal que ofrece bonitos objetos, en especial de madera.
Al haber estado en Christchurch en el invierno, tuve la oportunidad de pasear por la playa de Sumner, muy frecuentada durante los fines de semana. Si estás de paso en verano, detente un rato para tomar un poco el sol. Un poco más al norte, New Brighton fue para mí la oportunidad de perfeccionar mis técnicas de pesca desde el muelle.
Me quedé muy afectado durante la visita a Christchurch, por la fuerte sacudida del terremoto de febrero de 2011. Actualmente la ciudad está en plena reconstrucción, y los numerosos edificios destruidos dan prueba de este seísmo, que produjo 182 muertes.
Siguiendo el consejo de amigos neozelandeses, realicé el tour de Christchurch Re-build, un recorrido en autobús con guía por la "zona roja", la región más damnificada del terremoto. Te recomiendo este tour muy informativo y para nada "voyeurista" que te ayudará a entender el impacto de este suceso trágico y descubrir los numerosos proyectos de reconstrucción de la ciudad.
Me gustó deambular durante unas horas por el jardín botánico de Christchurch, un parque muy bonito de treinta hectáreas en el corazón de la ciudad. Para hacer una escapada romántica, no te olvides de dar un paseo en barca por Avon.
La segunda vez que fui a Nueva Zelanda, llegué a Christchurch. La primera vez, fue justo después del terremoto y el centro estaba completamente cerrado al público. La ciudad estaba en mal estado pero el año pasado, en 2014, había vuelto a ser la misma.
En Christchurch todavía están los contenedores de Restart que albergan a los diseñadores y los restaurante de moda que me gusta recorrer, como la zona alrededor de la catedral con su tranvía que ha vuelto a funcionar, mientras que la catedral todavía espera que se decida su suerte. Para acabar, no olvides visitar el interesante museo de arte sobre la cultura maorí. También me gustó mucho la orilla del mar, menos afectada por el terremoto, donde se pueden dar bellos paseos y terminar en un buen restaurante.